Todo el local se organiza de una forma
totalmente orgánica, mediante curvas que quieren simular la estructura celular
de la dermis. Con esta disposición conseguimos un aprovechamiento total del
espacio sin generar aristas ni rincones y consiguiendo de esta forma un
ambiente mucho más amable que incita a la relajación inherente a este tipo de
centros.
Las tres cabinas y el aseo se organizan en
torno a un espacio central, a modo de “plaza” que distribuye perfectamente
todos los accesos y con la suficiente amplitud para permitir el tránsito de
maquinaria de una cabina a otra cuando así sea requerida. Es esta plaza el
elemento “ligante” de cada una de las cápsulas y como tal, queda reflejado en
el suelo, con una mancha de color que se va introduciendo en cada una de las
salas.
La privacidad de las propias cabinas no requiere
en sí de luz natural, todo lo contrario, se busca la intimidad mediante una
iluminación artificial muy estudiada.
La zona de tratamientos faciales o manicuras, se ubica en una zona intermedia. Su uso no requiere de tanta privacidad. Queda separada del pasaje de entrada por una vitrina/escaparate de luz.
El acceso sufre un retranqueo en fachada creando un pasaje cuya explicación radica en una de las premisas del programa, que era el no dejar sin acceso al resto del local pero que a su vez fuera independiente. De esta forma conseguimos ambos accesos más protegidos de la calle, pudiendo salvar sin problema la diferencia de cotas con la misma, mediante una tendida rampa.