URBANISMO. JARDINERIA. VALORACIONES. TASACIONES. PERITACIONES
ARQUITECTURA. URBANISMO. JARDINERÍA. C. ENERGÉTICO, ITC. VALORACIONES. TASACIONES. PERITACIONES.
COLEGIO EN SANTA OLAJA
Se genera así una construcción desarrollada en una sola planta, con el programa muy diferenciado en base a la disposición en torno a una planta en L presidida por los volúmenes emergentes que delimitan las unidades propiamente dichas. Esta planta se adapta a las alineaciones existentes siempre a través de los elementos generales de distribución y desarrolla sus fachadas principales hacia las orientaciones más idóneas lo que repercutirá en un mayor aprovechamiento del soleamiento.
Accedemos pues al centro de gravedad a través de un porche cubierto, que nos conduce directamente a un eje longitudinal de servicios orientado de norte a sur, más amplio, a modo de vestíbulo, de patio cubierto, de zona de expansión, que comunica toda la zona administrativa y la sala polivalente, muy abierto, casi un filtro con la parte de atrás donde se desarrolla ese accesorio fundamental de la educación que supone el deporte a través de la pista abierta polideportiva. El otro eje más contenido de dimensiones, más recogido, en dirección este-oeste, distribuye las dos unidades (de 6,80m de luz) orientadas al sur, que configuran dos volúmenes con un patio intermedio o “aula exterior”, cerrándose al norte mediante la disposición al otro lado del pasillo de toda la batería de aseos y cuartos húmedos. Cada aula cuenta a su vez con salida directa a un jardincillo exterior y disponen ambas de iluminación cenital a través del juego de cubiertas con orientación al norte.
El acceso al edificio se verifica a través del nudo o vértice de la citada L a través de un porche cubierto que protege la entrada de la que salen sendos pasillos-galería, con luces a los patios de juegos, distribuidores de todos los recintos cuyo uso queda perfectamente separado al desarrollarse en uno de los brazos el aulario y en el otro las zonas de servicio y administración.
BIBLIOTECA BEMBIBRE
La necesidad de la construcción de una biblioteca-centro cultural pudiera parecer un anacronismo en los tiempos presentes en los que se impone la virtualidad cultural a través de los medios de transmisión cibernética y de los soportes electrónicos. Pero hemos dicho que pudiera parecer, puesto que nunca fue más necesaria la construcción de estos espacios, porque no solo se consigue la difusión de la cultura y la lectura en general, sino el contacto humano que se pierde inexorablemente en las actuaciones ante el ordenador.
Una biblioteca no solo es un conjunto de libros para ser leídos, sino la puerta hacia diferentes actividades relacionadas con la cultura que partirán de la organización de la misma y que nos llevan a la concepción de centro cultural.
La biblioteca, por lo tanto, no debe ser únicamente un espacio cerrado que reúna un conjunto de libros. Debe ser un lugar para ser vivido por todos los ciudadanos, no solo aquellos que se acerquen en busca de la lectura ociosa, especializada, información electrónica o de la red de Internet; sino por todos los individuos que componen la sociedad. Niños, adolescentes, personas mayores, deben encontrar soluciones a sus necesidades culturales, tener sus propios espacios. El centro cultural deberá, además, cubrir las necesidades espaciales que generan las actividades nacidas de los diferentes programas que se planteen desde el mismo.
Un espacio para la cultura, para la experimentación artística o cultural en un sentido muy amplio. De hecho el desarrollo de un programa tan heterogéneo requiere mayores superficies, planteándose como partida de proyecto la relación del edificio con una escala doméstica y la necesidad de tener una buena visibilidad como edificio público dentro de la trama urbana.
El edificio presenta un sentido integrador multicultural cuyo eje principal se desarrolla alrededor de la biblioteca, que desde el espacio superior del conjunto comanda claramente el contenedor que lo alberga.
El edificio, es por lo tanto, un contenedor que alberga diferentes espacios que gozan de la particularidad de quedar convenientemente intercomunicados para un desarrollo lógico y cotidiano para las actividades primarias provenientes de un centro cultural, pero sin olvidar que resultan espacios aislados que, por medio de estructuras móviles, pueden tener vida propia, lográndose que puedan funcionar unos u otros, indistintamente, sirviendo para usos claramente diferenciados dentro del ámbito cultural.
Un contenedor donde hay cabida a tanta cultura debe de encerrar aquella que nos resulta más cercana, la de nuestra tierra, la de nuestros artistas. Sin duda reclamo del centro sería una de estas obras, tributo al mundo de las hadas, las ninfas de la escultora Virginia Calvo.
Una biblioteca de diseño ( Diario de León - 09/09/2004 )
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